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sábado, 1 de diciembre de 2007

Las TIC en el aula, un desafío para tecnófobos y tecnófilos mucho más arduo de lo que generalmente se cree

Escolarifilia y escolarifobia, un debate que recién empieza
La pasada semana, entre el lunes 19 y el viernes 24, tuvo lugar en la sede de la Fundación Santillana, en Madrid, un acalorado debate donde se discutió por enésima vez el rol –debido o indebido– de las tecnologías en las escuelas.
Las ponencias magistrales fueron: “La nueva educación en la sociedad de la información y de los saberes”, de Roberto Carneiro, profesor e investigador de la Universidad Católica de Portugal; “Políticas públicas en Gran Bretaña para implantar las TIC en la educación”, a cargo de Ángela McFarlane, profesora de la Universidad de Bristol; “La escuela en la cultura digital: ¿una nueva inteligencia?”, a cargo de Lea Da Cruz Fagundes, directora del Laboratorio de Estudios Cognitivos de la Universidad Federal Río Grande do Sul, Brasil, y “TIC y prácticas educativas: realidades y expectativas”, a cargo de César Coll, catedrático de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Barcelona.
Roberto Carneiro en su charla magistral del martes "La nueva educación en la sociedad de la información y de los saberes", habló de escenarios a futuro apoyándose en un estudio de la OCDE (What schools for the future (2001), criticó explícitamente los escenarios inerciales pro-mercado (de extrapolación: Escenario 1 "Sistemas escolares fuertemente burocráticos" y Escenario 2 "Extensión del modelo de mercado").
Su exposición se focalizó principalmente en los escenarios reinstitucionalizantes (reescolarización: Escenario 3 "Escuelas como centros sociales básicos", Escenario 4 "Escuelas como organizaciones centradas en el aprendizaje", y en los escenarios desinstitucionalizantes (desescolarización: Escenario 5 "Redes de aprendizaje y sociedad en red", Escenario 6 "Éxodo docente").
Los últimos están muy cercanos a un uso creciente, anárquico, poroso y finalmente masivo de las nuevas tecnologías fuera del control institucional de la educación formal, y llevarían –según él– a una devaluación final de los docentes y a una proliferación de redes sociales de autoaprendizaje absolutamente incompatibles con las nociones tradicionales de la escuela.
Como peor alternativa implicaría la muerte de la sala de aula, de la escuela y de la profesión docente. Como mejor, redes cada vez más poderosas de autoaprendizaje y aprendizaje de pares que volverían inútiles a estas instituciones, pero en este caso cumpliendo plenamente con funciones no tanto de ajuste social, como de liberación de la inventiva, de la innovación aplicada y de las variantes más abiertas y fantásticas del aprendizaje por fuera de la tutela escolar. Una utopía tan poco probable (y deseable) según el experto como la distopía anterior.
¡Viva la reescolarización!
Como era de esperar de un pedagogo, y de un defensor a ultranza de los tonos medidos, el valor de la palabra y la defensa –para mi gusto– poco contemporánea de la educación abstracta en valores (estrategia que bien criticó Bifo hace una semana proponiendo en cambio una ética de la movilización), su deseo se inclinó por los escenarios reinstitucionalizantes, una conjunción inteligente y sosegada de una escuela aggiornada para un presente sólidamente encastrado entre el pasado y el futuro. Que también cuenta con subvariantes, como se dijo más arriba.
Esta seguidilla de charlas y reuniones revolvió mi cabeza (lo que es lo mismo que decir mis próximas decisiones, mis ideas de política a corto plazo, mi reposicionamiento frente a problemas complejos que eluden cualquier santificación pedestre) en una dirección muy particular.
Como bien insistió Cesar Coll –refrendado una y mil veces por los resultados provistos por el CNICE– no hay ninguna causalidad comprobable entre introducción masiva de las TIC en las aulas y mejora de la calidad educativa. Al revés, cada vez hay más máquinas y conectividad en las aulas y el rendimiento decrece correlativamente, como se comprobó para consternación de las multitudes el pasado viernes en Catalunya, con la aparición de un informe que califica a esta región autoconsiderada como líder en la materia como la segunda peor de toda España y a años luz de la media europea.
Diciéndole no a la falacia de la negación del consecuente
Pero tampoco debemos caer en la falacia de la negación del consecuente. Que la tecnología no mejore la calidad no quiere decir que la calidad se podrá lograr ignorando a la tecnología. Por supuesto que al haber controlado a esta variable estamos en mucho mejores condiciones de identificar ahora a los verdaderas causantes de estos estragos.
Que no son otros que los de siempre: la infraestructura que se cae a pedazos, en ocasiones los salarios –aunque en el caso argentino han mejorado ostensiblemente en el último quinquenio– pero en especial la mala formación docente (la distancia que media entre los IDF y lo que necesita saber y hacer un docente hoy es estrafalaria), la estructura curricular que debe ser revisada en forma permanente y en direcciones muy distintas de lo que tenemos hoy, y sobre todo los intangibles que hacen al valor simbólico del docente como representante de la mediación para el cambio.
Que el docente en vez de sentirse y de comprobarse como el último refugio de la resistencia ante el cambio se convierta en su facilitador y en su partero, en un mediador intergeneracional y como tal en un obligado portador de los polialfabetismos, que incluyen obviamente como estándares al mundo analógico del libro, la conversación, la argumentación, la tradición y la historia por un lado, y al mundo digital de las pantallas, el multitasking, la navegación hipertextual, la invención de mundos y la apuesta permanente hacia el futuro.
Aunque queda mucho por decir al respecto, ya sea que vayamos por una senda o por otra, que nos recostemos en escenarios des- o re-institucionalizantes, en todos los casos debemos tomar al toro por las astas y no seguir escondiendo la cabeza como el avestruz, soñando alternativamente con un pasado irrepetible y con un humanismos selectivo y privilegiado que no ha podido ser jamás trasladado a las masas, o con una prestidigitación digital que por ósmosis convertiría a todos los ignorantes en sabios de pacotilla (como critica aviesamente Andrew Keen).
¿Será esta la gran chance de las TIC? ¿No estar condenadas a optar por estas opciones inútiles y ya probada sin éxito? ¿Podrán las TIC en escenarios controlados, en manos de docentes jóvenes y bien entrenados –y junto a pedagogos más añosos, voluntariosos y abiertos al cambio– dar un golpe de timón y en concurrencia con otras reformas infraestructurales desatascarnos del pantano en el que hoy estamos todos metidos?
Veremos, veremos, veremos.
Evidentemente sólo estrategias de bootstrapping a la barón de Munchausen, con su capacidad de tirarse de sus propios pelos y autoextraerse del lodo, nos indican un camino que estamos más que dispuestos a recorrer.
De la pontificación al trabajo aqui y ahora en las aulas
Esta reunión estuvo atravesada por las conclusiones del informe generado por el CNICE acerca de las tendencias y prácticas digitales en las aulas españolas exhibidas en el Informe sobre la implantación y el uso de las TIC en los centros de educación primaria y secundaria (curso 2005-2006).
Más allá de matices, se puso de manifiesto que la movilización tanto de público como de expertos, de investigaciones y de propuestas para la incorporación de las TIC en el aula –evitando sus trampas– debe ser vista como un analizador social significativo, y como una demostración de la imposibilidad de la escuela y del sistema educativo de seguir ignorando el carácter corrosivo de los espacios áulicos que implica una penetración generalizada de la tecnología en la sociedad. Al mismo tiempo, se impone una resignificación de las herramientas, un rediseño para fines de aprendizaje y una reconceptualización de los espacios de comunicación y colaboración drásticos, si queremos hacer un uso inteligente y productivo de las mismas.
En este sentido, más que a las generalizaciones filosóficas de Carneiro debemos apuntar a las estrategias de construcción de McFarlane y Coll, a las que haremos alusión próximamente.
Algunas referencias preliminares
Cesar Coll Lectura y alfabetismo en la sociedad de la información
Aguda entrevista a Coll